Historias positivas
Prepara CEMEX a futuros líderes
Y la piedra regresó a la montaña, como una escultura que le rinde tributo a la naturaleza misma. Es la Casa Narigua, ubicada en un valle de la Sierra Madre Oriental, en la zona de El Jonuco, a 20 minutos de la mancha urbana.
Para desarrollar una obra aquí, era necesario bajar la cabeza frente al entorno, reconoce David Pedroza , responsable del proyecto arquitectónico. Junto a esa certeza, se conjugaron una serie de afortunados dilemas que delinearon su perfil.
Es una casa que parece flotar por un par de voladizos, de cinco y siete metros, que surgieron tanto por el interés de respetar la flora del lugar como por la petición del cliente, que deseaba contar con todas las áreas esenciales en una misma planta. Por eso los espacios secundarios quedaron como base de un gran bloque que parece en constante equilibrio.
Para respetar la condición de una imagen rústica que exigía el fraccionamiento, se optó por realizar una casa de concreto pigmentado en una tonalidad semejante a la de las piedras que se encuentran en este sitio, a 1,700 metros sobre el nivel del mar.
Pedroza sabía que elegir este material sumaba un grado de complejidad, pero no estaban solos en esta ruta.
“Fue una sinergia muy interesante dentro de la cual CEMEX formó parte”, dice el arquitecto.
En el interior del inmueble, con una superficie de 750 metros cuadrados, el paisaje también se respira. En el techo del área social hay vigas cargadoras de sabino, como en las tradicionales construcciones norestenses, y los generosos ventanales son el marco de la vegetación.
Para llegar a este sitio hay que subir un corto pero sinuoso camino. Fue el trayecto que durante poco más de un año recorrieron una treintena de trabajadores con sus encargados de obra, todos bajo la batuta de Arturo Barbosa, el ingeniero que aceptó el desafío de construir una casa de piedra en la montaña.
Como ya estaba definido que la casa sería de concreto premezclado tintado, no vaciló en elegir a su proveedor. Más allá del tono específico que se buscaba, un óxido ferroso muy particular, era necesario garantizar el soporte técnico durante todo el proyecto. Había que replicar el color una y otra vez, en cantidades importantes de metros cúbicos, una continuidad que con CEMEX tenían asegurada.
“El reto de un concreto de este tipo es que mantengas una calidad, una consistencia, una resistencia, un revenimiento, siempre muy similar”, señala Barbosa.
Así como fue ecológicamente amigable desde sus cimientos, la Casa Narigua tiene una vocación sustentable. Cuenta con calefacción hidrónica, equipos de aire acondicionado de alta eficiencia y una planta tratadora de agua, además de otras características de alta tecnología.
Desde que el proyecto fue concebido, tanto el arquitecto como el constructor sabían que estaban frente a una “pieza de concurso” y por eso la postularon a la edición XXIII Premio Obras CEMEX.
Pero más allá de los reconocimientos, ambos se sienten satisfechos de saber que ahora es un hogar funcional y disfrutable en todos los sentidos.
“Esta casa es un homenaje hacia aquello que nos encontramos, que es mucho más hermoso de lo que nosotros podemos conseguir con nuestro trabajo”, dice el arquitecto.
En la Casa Narigua, la piedra volvió a la montaña, esta vez para siempre.